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Soraya Clemente, Lic en Trabajo Social, Profesora Universitaria, Especialista en Dinámica de Grupos, Master en Educación para Padres, Especialista en Desarrollo Humano y Comunicaciòn, Formadora Andragógica

martes, 21 de mayo de 2013

El arte de generar credibilidad y confianza


Construir una relación funcional con calidad, implica un esfuerzo de ambas partes, requiere disposición y tiempo. Es una tarea cuya finalidad es crear  los cimientos del vínculo relacional. La pareja necesita fomentar un clima propicio, agradable, que inspire confianza mutua y a partir de allí proceder a explorar y comunicarse con respeto, autenticidad, apertura, es decir con consideración recíproca.

Las relaciones entre personas pueden surgir de forma espontánea pero mantenerlas funcionando a satisfacción requiere de algo más que espontaneidad; hay que saber el para qué de esa relación  y el como: estrategias, acciones, conductas y actitudes que la mantendrán donde y como queremos.

Un primer paso es definir el estado actual de la relación y a partir de allí visualizar el estado deseado:cómo quiero que sea esa relación en un futuro mediato.

En caso de que haya disonancia entre el estado actual de cosas y el deseado procederemos a identificar las posibles causas; una vez identificadas, estas se convertirán en objetivos y metas expresadas en conductas a superar, eliminar, cambiar, transformar, resignificar, incorporar, fortalecer, según corresponda, por supuesto que esos cambios conductuales se harán sobre nosotros mismos en función de mejorar la relación interpersonal.

Existen algunos principios que sería bueno examinar a fin de comprender y mejorar nuestras relaciones interpersonales:
  1. El principio de la simpatía, este implica que si la persona nos simpatiza responderemos probablemente con más esmero y afirmación a sus peticiones y tendremos mayor permeabilidad a sus opiniones con tendencia a disentir menos. Si queremos utilizar esto como recurso comunicacional es preciso que exploremos acerca de cómo es la gente con quien me relaciono mejor, cuáles son sus características, cómo transcurre nuestro pensamiento, lo que sentimos, lo que nos decimos de ella y decimos a ella, qué hace que me simpatice y qué sucede con aquellos que no. La idea es reproducir en el actuar el ambiente de simpatía con la intención de generarla.
  2. Otro elemento en el que fluye el ganar confianza es el encuentro con personas que consideramos igual a nosotros lo cual parece garantizar el agrado por nuestras similitudes que sumarían más. No se trata de ser idénticos sino de tener puntos en común, mientras estos sean  más la identificación será mayor. Habría que indagar entonces en que somos parecidos: una necesidad, un problema, una ideología, intereses. estilo de vida , profesión, valores, creencias.
  3. Enfatizar en las diferencias o en las similitudes, las personas se pueden agrupar según perciban y enfaticen más en las diferencias o en las similitudes en cuanto a situaciones o personas,. Cuando se trata de relaciones interpersonales es más conveniente o beneficioso explorar las similitudes a fin de lograr sintonía el uno con el otro.
  4. Acompasar, esto significa buscar desde cada mundo puntos de encuentro de uno y otro para contactar y aplicar el principio de similaridad. Se acompasan pensamientos , emociones y comportamientos. La finalidad es crear un puente de respeto, comprensión y aceptación con respecto al punto de vista del otro, aun cuando pueda no ser compartido. Acompasar es comunicación en su nivel más básico pero poderoso. Qué se acompasa: valores, creencias,, opiniones, el lenguaje verbal y no verbal, respiración, estados de ánimo y emociones; Qué no se debe acompasar:  tic nerviosos, manerismos, acentos, tartamudeos, creencias  o valores contrarios a los principios esenciales  de la persona, comportamientos agresivos.
  5. Aceptar al otro como persona única con visiones diferentes que podrían no compartirse pero si respetarse.
  6. Equilibrar la emoción con la razón, es decir darnos cuenta de nuestras emociones, pensar antes de actuar, o pensar sobre nuestras actitudes y conductas. Un elemento esencial es el autocontrol.
  7. Evitar manipular , si persuadir. Aquí entra en juego la honestidad de nuestro actuar, nuestra autenticidad, y nuestra capacidad para expresar nuestras ideas y sentimientos con empatía.
Por Soraya Clemente de Franco


sábado, 27 de abril de 2013

Educar a los hijos

Siete claves para educar mejor a los hijos
Día 28/04/2013 - 03.22h

Los expertos recuerdan que estas pautas son «más eficaces cuando las viven los propios educadores: padres y profesores»

Siete claves para educar mejor a los hijos
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Para que la educación de los hijos sea efectiva los padres y los profesores deben primero predicar con el ejemplo. Esta es una de las principales conclusiones del 36 Congreso de Fapace, que se celebró este fin de semana en Valencia, y en el que un grupo de expertos ofreció siete claves para educar mejor a los hijos.
1. Ejemplo y cariño: Para educar a los hijos cuida primero tu educación. Si cultivas tu crecimiento personal podrás ayudarles mejor. Eres su referencia, y el ejemplo es lo más eficaz. O influyes tú o lo harán otros. No hay ambientes neutros. Sé siempre positivo. Destaca lo bueno cuando corrijas lo malo. Puedes conseguir y mantener la autoridad combinando la razón y el cariño. Tu afecto es la base que da a los hijos la seguridad necesaria para asumir los “riesgos” que implica su crecimiento. Mantén un tono de educación y respeto. El aprecio por uno mismo lleva al aprecio de los demás.
2. Autoestima: Todos tenemos algo bueno. Poténcialo. Para poder relacionarse bien con los demás, primero en la familia, y después en el colegio, es necesario que los hijos tengan una buena autoestima, es decir, que se conozcan, se acepten (superándose) y se quieran, tal y como son. Así podrán también aceptar y ayudar a los demás. Al mismo tiempo, ten en cuenta que la sobreprotección dificulta el desarrollo y la maduración afectiva de tus hijos.
3. Límites y seguridad: Atrévete a decir lo que está bien o está mal. Los hijos necesitan que les pongas límites. Eso les da seguridad. Cuéntales tus experiencias: aciertos y errores. La perfección es enemiga de lo bueno. Acompáñales en el ejercicio de su libertad para que puedan tomar sus propias decisiones y asumir las consecuencias.
4. Orden: Enséñales a ser dueños de su tiempo, para emplearlo con libertad. Por ello es aconsejable que pactes con ellos un horario que les ayude a planificar y organizar su actividad, también en el uso de dispositivos electrónicos e internet. Esto les facilitará el orden en otros ámbitos, en su habitación, en casa, el colegio, etc.
5. Expectativas y comunicación: Confía en tus hijos. No los veas como son, sino como lo que pueden llegar a ser. Tus altas expectativas, siendo objetivas, les ayudan a mejorar, porque perciben de forma positiva lo que se espera de ellos. La comunicación familia-escuela y tu implicación en el colegio les transmite que la educación es importante. Aprende a hablar con tus hijos, desde pequeños. La comunicación con un adolescente empieza con el primer biberón. Ponte al día, acepta el reto tecnológico, porque facilitará el diálogo sobre los temas que les interesan.
6. Consumo responsable: Ayúdales a descubrir el valor de lo que no se compra con dinero. Desde pequeños, enséñales a valorar las cosas, a saber lo que es necesario y lo que no lo es. Esto les preparará para aceptar las carencias y superar las inevitables frustraciones del día a día. Es bueno que aprendan a esperar, a tener paciencia. No les des todo lo que piden y en cualquier momento.
7. Solidaridad: La familia es el primer lugar donde aprender a estar pendientes de los demás. La solidaridad se debe vivir luego en la escuela, con los propios compañeros, y después fuera de ella. Ten en cuenta que la adolescencia es el momento idóneo para promover competencias sociales y solidarias. Ayúdales a alcanzar y valora esas habilidades, capacidades y virtudes sociales, ya que contribuirás al desarrollo de sus competencias en el ámbito personal o profesional

viernes, 29 de marzo de 2013

Conocer y confiar

 
 
Cuando iniciamos un vínculo con una persona es importante darnos tiempo para iniciar el proceso de aproximarnos a conocerla tal como es en realidad ya que lo que se nos presenta en un primer momento es una máscara cuya finalidad es ser aceptado por el otro, aproximarnos a conocer a otra persona lleva su tiempo, mientras hay que ser prudente...

Hay personas muy hábiles o tal vez con mucha competencia social que logran ganar confianza con mucha rapidez, también hay personas que confían fácilmente y se muestran abiertos desde el principio sin dar un margen de tiempo para lograr esa aproximación. La cautela es una virtud, sin ser paranóico.

Una cosa es un vínculo relacional y otra es una amistad o relación de confianza que se ha labrado con el tiempo y los hechos, nos ahorraríamos muchos sinsabores , disgustos y tal vez problemas si comprendiéramos y aplicásemos esto.

jueves, 28 de marzo de 2013

Perdonar, un aprendizaje esencial



El perdón... a veces querer o no poder perdonar, a veces no saber como hacerlo;  es decir estamos ante un sentimiento, una creencia, una actitud, una decisión, una conducta, una fortaleza.


Qué es el perdón
 
Podríamos sostener que es una forma integral de sanación psicológica, espiritual, corporal, relacional.
Perdonar es un acto de amor hacia nosotros mismos, fundamentalmente, pero no únicamente. Entonces, perdonar es el proceso mediante el cual remitimos o eximimos de una deuda psicológica a alguien o a nosotros mismos por algún daño infringido. Perdonar  significa anular, sacar, prescindir, que algo pierda intensidad  o fuerza, liberar de carga, obligación o compromiso, en el sentido psicológico.
 
Pasemos a examinar algunas ideas sobre el proceso de perdonar y sus múltiples bondades.
 
En primer lugar aclaremos que  perdón no es olvido, ya que el olvido es un acto temporal de pérdida selectiva de la memoria, el bloqueo mental de una información, en cambio el perdón es una acción consciente por medio de la cual decidimos que algo o alguien ya no nos puede hacer más daño, aún cuando permanezca de alguna una forma en nuestro recuerdo.
 
El perdón es algo que debemos decidir y que actúa principalmente a favor de nuestro bienestar; no obstante,  alivia doblemente: de resentimiento a quien lo da y de culpa o vergüenza a quien lo recibe. Libera a ambos tanto mental como espiritualmente.

El perdonar proporciona paz interna y externa
Nos permite enfocarnos en el aquí y el ahora 
Ayuda a dejar atrás el dolor y a seguir adelante
Nos saca de la postura de víctima y muchas veces de victimario
Permite aceptar la realidad
Nos libera de la autocompasión que afecta nuestra estima personal
Nos libera de resentimiento, odio, amargura, egoísmo, que tanto daña a quien lo padece
Hace que las actitudes y conductas ajenas, dejen de tener poder sobre nosotros

Ahora bien, el proceso de perdonar implica desafiar, superar y abandonar actitudes y viejos hábitos de pensamiento tóxico, llamadas creencias. Es una labor que requiere esfuerzo.

Algunos pensamientos nocivos que necesitan ser cuestionados  son los siguientes:
 
  1. Pensar "Yo no merezco ser feliz" se da típicamente en relaciones de codependencia donde permitimos que se siembren sentimientos de inferioridad e indefensión que corroen la autoestima. Está asociado a creer que nuestra felicidad depende de otros.
  2. Pensar "Me la deben" y pasar la vida esperando que se la paguen, algo que por cierto no se alcanza  a satisfacer, se termina no discriminando y buscando que cualquiera, así sea el que no le hizo nada, se la pague.
  3. Creer  "Me controlan mis emociones" atender al impulso, reaccionando ante cualquier estímulo de forma desproporcionada. Recuerden que la forma de responder está condicionada por lo que se piensa en relación a lo que sucede, así que es necesario aprender a manejar la emociones o serán estas las que nos manejen . Usar el razonamiento como estrategia de autocontrol.
  4. Otro "Espero que sea fácil" lo cierto es que en la vida alcanzar lo deseado requiere con frecuencia planearlo y esforzarse lo suficiente, de forma sostenida. En el proceso de perdonar pudiéramos sentir alguna vez, que habiendo decidido hacerlo y creyendo haberlo logrado, experimentemos de nuevo todas esos pensamientos y emociones  desagradables que creíamos superados, recordemos entonces: es un proceso, necesitamos tiempo y habrá recaídas, sigamos adelante que la constancia nos hará vencer.
(adaptado de Saber Crecer. Resiliencia y espiritualidad. Rosa Argentina)

 
Podemos observar que los hábitos de pensamiento improductivos y las creencias que tengamos sobre el perdón podrán ayudar  u obstaculizar el tránsito hacia el perdón definitivo, En consecuencia debemos examinarlos y desmontarlos colocando en su lugar otros que trabajen a nuestro favor.
 ,
A continuación expondremos algunas ideas erróneas sobre el acto de perdonar, cuyo inadecuada interpretación genera barreras, falsa percepción de haber perdonado o la creencia de no poder hacerlo.

Rosa Argentina plantea que debemos tener claro lo que NO ES PERDONAR:
  • Perdonar no es olvidar. el cerebro registra y almacena todo y más si lo sucedido tiene un alto contenido emocional. Sabremos que hemos logrado perdonar cuando al evocar lo sucedido nuestra respuesta emocional es mínima o nula.
  • Perdonar no es justificar. Los comportamientos (propios o ajenos) que sean reprochables, destructivos ejemplo: la traición, la violencia, la deshonestidad,  tienen un cariz inaceptable; decidir por el perdón no significa que lo estemos justificando. Perdonar no es signo de aprobación o defensa de conductas que nos han causado dolor, ni exime de tomar correctivos o protegernos de situaciones nocivas.
  • Perdonar no es pretender que todo está bien. No es aparentar buena marcha cuando no es así. Por ello debemos darnos el permiso para expresar lo que sentimos. Para poder perdonar debemos atender y dejar salir nuestro enojo o resentimiento de forma adecuada, sin dañarnos ni dañar a otro.Una fase previa será expresar por diversas vías nuestras emociones, hablarlo, sin quedarnos colgados, buscando cerrar ese capítulo. Todo pasa.
  • Perdonar no es sentirnos superiores. Tanto el que subestima el perdón y dice: "quien soy yo para perdonar , que lo perdone Dios" como el que perdona por "lástima" por considerar al otro inferior, confunde la virtud del perdón con la soberbia. La humildad es necesaria.
  • Perdonar no es cambiar nuestras decisiones. Perdonar no lleva implícito modificar decisiones ya tomadas. Por ejemplo no significa continuar una relación en los mismos términos, ni que la relación deba continuar. Se puede perdonar y seguir con lo ya decidido sobre lo acontecido y el nuevo estado de cosas. No compromete a nada que no queramos.
  • Perdonar no nos exige tener que hablar directamente con la persona. El perdón no requiere de una comunicación verbal o directa con el otro. No tenemos que decir "te perdono" podríamos sentir que es importante pero no es indispensable. Pueden tratarse de personas  a quien no vemos o no veremos jamás, alguien que nunca se disculpará con nosotros o que ya falleció, o alguien a quien es mejor ni acercársele porque seguirían lastimándonos. No necesitamos la presencia o relación con ese otro para procesar un perdón. Puede ser  un acto íntimo, de comunicación intrapersonal.
  • Perdonar no es ser ingenuo. Ni debemos cegarnos  y mucho menos caer en la ingenuidad, preciso es aprender de la experiencia para no cometer los mismos errores o incurrir en las mismas situaciones, Necesitamos salir fortalecidos, no es que yo perdono y aquí no ha pasado nada. Nuestro cerebro estará más despierto y alerta. 
Saber perdonar permite reconocer y aceptar errores propios y ajenos, igualmente ayuda a darnos cuenta que ese error no refleja la totalidad de la persona y que el ser humano tiene derecho a  rectificar , el cambio es posible.
 
Algo muy útil es llegar a desarrollar la empatía como una habilidad de relación para comprender las actitudes y conductas del otro desde su mundo, su historia de vida personal y familiar, que lo hacen ser quien es hoy en día.  Así podremos superar con mayor fluidez, menos costo emocional y de tiempo las heridas del alma que provocan dolor, rabia, tristeza  y causan sufrimiento emocional, enferman y hacen la vida más difícil. 
 
Tener la capacidad para perdonar es una fortaleza y una virtud que limpia, alivia de cargas inservibles, desintoxica el espíritu, nutre el alma, sana la mente y el cuerpo y mejora las relaciones intra e interpersonales.
 
 
 
A perdonar sólo se aprende en la vida cuando  a nuestra vez hemos necesitado que nos perdonen mucho. 
Jacinto Benavente
 


Prof. Soraya Clemente


Bibliografía de referencia:
Rosa Argentina. Saber crecer. Resiliencia y espiritualidad.



lunes, 25 de marzo de 2013

Cuando dominan las emociones sobre la razón.



Pensar y responder o reaccionar sin control, ambos son aprendizajes, sus consecuencias nos ubican en contexto y obligan a examinar como lo emocional puede facilitarnos, o hacernos cuesta arriba, la vida.

Dejar que las emociones nos perturben, nos manejen, tener respuestas reactivas, actuar motivados por descargas emocionales, todo ello expresa dificultad para regular nuestras emociones, esto puede ser una conducta habitual o suceder como consecuencia de situaciones difíciles que ponen en juego quienes somos, nuestra identidad. La clave está en aprender a manejar estas circunstancias, que emergen de los pensamientos, vulnerabilidades y recursos vinculados a las mismas.
 
 

Si evocáramos un episodio en el que permitimos que nuestras emociones fueran desbordadas y tomaran la batuta, veríamos entonces, como asumimos comportamientos absurdos y cometemos errores y desaguisados sin mayor esfuerzo, simplemente reaccionamos y en momentos así  la razón está  obnubilada. Por supuesto que esto puede conducir a consecuencias catastróficas o por lo menos indeseables, agravará cualquier problema  o conflicto o podría iniciarlo .Unido a ello genera un malestar emocional con uno mismo, posterior a la escena.
 
Podemos observar que una respuesta característica cuando nos vemos envueltos en una emoción desbordada es ponernos a la defensiva, o no aceptar la responsabilidad por las consecuencias de nuestros actos , que muy probablemente empeoraran lo que generó dicha respuesta. Es muy factible actuar de manera equivocada cuando nos arropan las emociones.

Pero hay opciones para un cambio favorable y asumir con responsabilidad lo que nos pasa, a algunos a veces y a otros con frecuencia, lo que lo hace preocupante, podemos ocuparnos.
 
Lograr el autocontrol o manejo positivo de una emoción nos permite a nosotros y al otro fluir,  produce bienestar y  estimula  la percepción de aprendizajes además de la capacidad de darnos cuenta de la esencia de lo acontecido, nos hace ser justos con el tú y el yo.
 
También si podemos reflexionar sobre nuestra conducta, centrándonos en nosotros, luego de una reacción intempestiva, buscando comprendernos y reenfocando lo ocurrido, hallaremos algunas respuestas a las causas reales de la desproporción o inadecuación que exhibimos en un momento determinado, esto nos fortalece y ayuda a desarrollar nuestra inteligencia emocional.
 
Fíjense, que no estamos centrándonos en juzgar personas ni situaciones, sólo hacemos referencia a la capacidad e idoneidad de la respuesta asertiva en un momento determinado.

La expresión de las emociones necesita educación y esta se da a lo largo de toda nuestra vida, ya que nuestro ciclo vital  varía, y en ese transcurrir nos coloca ante diversas, amplias y diferentes circunstancias  que nos pondrán a prueba y exigirán recursos distintos. Generarán también vulnerabilidades y limitaciones con las que debemos lidiar; sin embargo, en ese andar, la idea es anclar cada vez más recursos y sacar lo que no nos sirve del morral vital.






 Prof. Soraya Clemente de Franco