
Los padres: papá y mamá, deben constituir una unidad dual, armónica,  congruente y estable emocionalmente, más aún cuando de administrar disciplina se trata. Es cuestión de ser justos y actuar con responsabilidad. 
Cuando uno de los padres delega o abandona su rol disciplinario al otro,  genera en éste  una recarga emocional negativa que no favorece sino que perjudica tanto a ese padre como al niño en el proceso de disciplinarlo y guiarlo, distorsionando la estructura familiar;  también se  crea la imagen de un padre bueno y otro malo, por supuesto el que disciplina será percibido por los hijos como el malvado o regañón y esto creará distancia emocional hacia éste, en cuanto al  padre complaciente, pasivo o espectador será visto como el bueno, pero a la larga  perderá el respeto de estos y  será víctima de manipulaciones.
Entonces, es preciso que haya equilibrio entre los padres cuando se va a ejercer autoridad sea castigar una conducta inoperante, hacer acatar una norma familiar o establecer un límite. Así, lo recomendable es que unas veces lo haga mamá y otras papá.
Ello ayudará emocionalmente a ambos padres y contribuirá a minimizar conflictos familiares que pueden afectar la dinámica familiar y la relación de pareja.
Prof. Soraya Clemente de F
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