Datos personales

Mi foto
Soraya Clemente, Lic en Trabajo Social, Profesora Universitaria, Especialista en Dinámica de Grupos, Master en Educación para Padres, Especialista en Desarrollo Humano y Comunicaciòn, Formadora Andragógica

martes, 19 de noviembre de 2019

El mal humor

EL MAL HUMOR 😡


Se dice que el mal humor es una forma de autosabotear nuestro propio estado de ánimo, entre  el placer y el displacer decidimos por este último. Esto se fundamenta en un mecanismo psíquico que decide entre lo que te genera bienestar y lo que lo impide u obstruye; en condiciones operativas deberíamos decidir por lo que nos genera bienestar.

El estar de mal humor puede llegar a convertirse en un hábito como consecuencia de acudir a él de forma reiterada y sostenida en el tiempo. Este estado de ánimo surge a partir de nuestra forma de pensar acerca de lo que acontece en nosotros o con relación a los demás y se expresa en palabras, emociones y conductas observables. La persona se ataca a sí misma y a aquellos con quien mantiene un vínculo íntimo, cercano, de confianza.

Llegar al mal humor transita por actitudes como: 

  • Sobredimensionar las contrariedades;
  • Idealizar al otro, que puede implicar una no aceptación de la persona tal cual es;
  • Tener rigidez y dificultad para aceptar las diferencias individuales;
  • Tener una visión pesimista, pensamientos catastróficos;
  • Dar una excesiva atención a sucesos cotidianos sin trascendencia,  pero con los cuales estamos en desacuerdo, y por ende generan dolor, rabia o preocupación, ocasionando reacciones exageradas ante mínimos estímulos.
 Con frecuencia, esto se corresponde más con la forma como  la persona piensa y construye al otro o a la situación que con los hechos.

Contradictoriamente, estas conductas suelen ocurrir con posterioridad a momentos de relax, disfrute o alegría;  es como si la persona se castigase por haberse permitido un estado de disfrute. De esta forma el individuo refleja dificultad para manejar la interacción con la alegría o los estados emocionales placenteros ya que se le dificulta integrarlos a sí mismo.. El malestar es con el otro u otros y consigo mismo.

En la interacción se observa una tendencia acusatoria, descalificatoria, de infundir miedo en el otro como un recurso de control y poder que inhibe, afecta la estima, impide el diálogo y la demostración de amor, creando distancia, inseguridad y temor a equivocarse.. Es clara la inhabilidad para comunicarse eficazmente, la intolerancia y los elevados niveles de exigencia.
 Recomendable: 

  • Elija un tiempo para practicar el buen humor
  • Sonría más, es poderosa la sonrisa, genera cambios instantáneos en usted y los demás
  • Aprenda a diferenciarse del otro, pensamientos, emociones, conductas
  • Aprenda a aceptar al otro tal cual como es
  • Dispóngase a responder a las contrariedades sin enojo
  • Evite llevar la contraria, Asuma que el otro piensa, siente y actúa distinto , es otro
  • Practique el hablar poco y escuchar más
  • Valore las críticas y dese tiempo a sí mismo para procesarlas
  • Aprenda a diferenciar lo intrascendente de lo trascendental. Evite sobredimensionar.
  • Auto-obsérvese
  • Pida opinión a alguien de confianza y no replique lo que opine, simplemente escuche
  • Dedíquese tiempo, hágase cariños. mímese, relájese, apréciese, usted es único y valioso como los demás

Recuerde que esto es un mal aprendizaje que se basa en la costumbre de presionarse internamente, cuestión que luego se vierte sobre los demás, como un estilo de interacción. Entonces el cambio precisa primero reconocer y  aceptar lo que le sucede, luego desaprender y reaprender progresivamente una nueva forma de percibir y procesar lo cotidiano. También aprender a darse cuenta de sus emociones para autocontrolarlas y expresarlas adecuadamente en forma,  tiempo y espacio. Muy importante , es un asunto de salud, no sólo suya , también de los demás.

Prof. Soraya  Clemente

sábado, 7 de septiembre de 2019

Intoxicación Emocional

Las intoxicación emocional podría definirse como una sobrecarga de pensamientos y emociones negativos y disfuncionales que invade nuestro sistema dañándolo; sus causas pueden ser  internas o externas: es decir, haberse formado a partir de la interacción comunicacional con uno mismo o con un otro íntimo, cercano; entonces  puede surgir de nuestro mundo interior o del  exteriorizado de  otra persona. Se puede representar en actitudes y conductas tales como:  enojo, odio, culpa, queja, frustración, resentimiento, miedo, tristeza; también podrían tener su expresión física en malestar o enfermedad biopsicosocial.


Por qué llegan a ser tóxicas? porque  son contenidos emocionales expresados de forma impulsiva, asincrónica, indirecta, oscura, sin empatía, por tanto su efecto es altamente destructivos y contaminante,  invade lo sano, altera lo funcional,  pudre el alma;. Esto surge y se mantiene a partir de situaciones de desgaste, de abuso de la tolerancia, de la intolerancia, de pensamientos  rígidos,  flojera mental y conductual, estancamiento,  pasividad, comodidad, de actitudes de incongruencia entre el pensar, sentir, decir y hacer.

Generalmente recibimos y vamos acumulando consciente o inconscientemente toxicidad emocional para luego  arrojar a quien muestre alguna permeabilidad, permisividad, o vulnerabilidad. Siendo paradójico que al vaciar sobre el otro toda esa carga, el emisor se relaja y lo contrario sucede en el receptor que acusa  la afectación de su estado emocional por esta interacción tóxica. UN PASO IMPORTANTE: DARNOS CUENTA DE ESTO. 

Ahora bien, cuando se llega a la saturación nuestro organismo  hace una autodepuración emocional reactiva, muchas veces explosiva con consecuencias  bien sea hacia adentro (psicosomáticas) o hacia afuera (agresión activa o pasiva). Cuando es hacia adentro nos lastimamos, cuando es hacia afuera lastimamos a otros.

Las claves para proteger nuestras salud emocional de acciones ajenas y propias son:

  • aprender a observarnos para conocernos y aceptarnos;
  • darnos el permiso de conocer y aceptar al otro;
  • autorregular nuestras emociones;
  • saber diferenciarnos del otro:
  • equilibrar la tolerancia, ni exceso, ni falta;
  • aprender a expresar nuestros pensamientos y emociones de forma clara, directa y focalizada;
  • expresarnos de forma asertiva con autocontrol y respeto hacia el otro;
  • aprender a asumir el riesgo de expresar lo que se piensa y quiere;
  • saber poner límites a la conducta del otro y a la propia;
  • abandonar (y no aceptar del otro) conductas de dominio, victimización, superioridad, inferioridad, dependencia.

Los excesos son perjudiciales, acumular asuntos, energías y pensamientos negativos tiene resultados altamente dañinos a la persona y en las relaciones interpersonales.


Prof. .Soraya Clemente de Franco