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Soraya Clemente, Lic en Trabajo Social, Profesora Universitaria, Especialista en Dinámica de Grupos, Master en Educación para Padres, Especialista en Desarrollo Humano y Comunicaciòn, Formadora Andragógica

sábado, 9 de junio de 2012

Amores Irracionales o pseudoamor


Cuando se habla de amor patológico nos referimos al que ocasiona sufrimiento consciente, donde los motivos para estar juntos se sustentan en razones secundarias tales como: satisfacción sexual recíproca, refugio de la soledad, "trabajar en equipo"  y otras . En este tipo de amor se observa inmadurez emocional.

A continuación les presentaré una descripción y análisis de amores llamados neuróticos, para ello me apoyaré en la obra de Erick Fromm: El arte de amar, cuya lectura les recomiendo ampliamente.

El amor idolátrico: 
Es una forma de pseudoamor que suele experimentarse como "el gran amor"  se da cuando la persona  aún no ha alcanzado una sensación de identidad propia, de sentir su yoidad, su poder productivo como persona, entonces tiende a "idolizar" tener como ídolo a la persona amada;  proyecta en ella y la hace portadora de todo amor, luz, dicha y poder, mientras ella se priva de toda fuerza y se pierde en el otro en vez de encontrarse, adora al otro y pone todas sus expectativas en este . A la larga ningún ser humano es capaz de responder a las expectativas de su adorador por ello sobrevendrá la desilusión, para remediarlo la persona suele buscar un nuevo ídolo repitiéndose la historia, a veces de forma interminable. Esta experiencia de amor se caracteriza por un inicio intenso y precipitado. En ocasiones esta idolatría es mutua, pudiendo llegarse a decisiones extremas por respuestas irracionales. Este tipo de amor suele describirse erróneamente como "el verdadero amor".

El amor sentimental:
Esencialmente se experimenta en la fantasía, no en el aquí y el ahora de la relación con otra persona real. Se presentan como consumistas de películas, novelas, canciones románticas que les producen una gratificación amorosa sustitutiva, se conmueven hasta las lágrimas con estas fantasías,  todos sus deseos de amor, unión e intimidad insatisfechos hallan salida a través de estas experiencias. Parejas que en su vida real no saben como salvar el muro que los  separa se conmueven al compartir la dicha o la desventura de una pareja en pantalla, experimentan sensaciones de amor como expectadores del amor de otros, sin lograr descender a su realidad para confrontar y buscar vías para propiciar el acercamiento de ellos mismos en la vida real. Estas parejas fantasean por un estado amoroso pasado (cierto o falso) o tal vez una posibilidad en el futuro, que anhelan y que no tiene basamento en el actual estado de cosas, sobre el que permanecen congelados. Es una forma de aliviar la soledad y la separación o distancia emocional que sienten.

El amor proyectivo:
Consiste en el uso de mecanismo proyectivos a fin de evadirse de los problemas propios y concentrarse en las flaquezas, debilidades, vulnerabilidades  de la persona amada. Estos individuos son muy sutiles para captar los aspectos débiles de otras personas y son felices ignorando los propios. Viven ocupados tratando de acusar o  reformar a otras personas. Si esto se presenta  en dos personas que están en vínculo, lo cual es muy frecuente, se convierte en proyección recíproca: si soy dominante, indeciso, frío etc, acuso de ello a mi pareja y, según mi carácter, trato de corregirla o de castigarla; la otra persona por su parte  hace lo mismo y así dejan a un lado sus propios problemas, por lo tanto no dan los pasos o acciones necesarias  para su propio progreso y evolución como personas, que a la larga podrá redundar en una mejora de la relación y el surgimiento de un amor sano.

El amor proyectivo hacia los hijos:
Aquí se trata de proyectar los propios problemas en los hijos. Puede aparecer con el deseo de tener hijos. Deseos y sueños del padre o madre son proyectados en la existencia de este hijo: él sería el realizador de estos anhelos ajenos. Esta actitud conducirá al fracaso consigo mismo y en relación con  los hijos.  Primero, porque los problemas de existencia los resuelve cada quien y no se pueden resolver por poder o delegación y en segundo lugar porque como es evidente este padre o madre carece de cualidades para guiar a sus hijos hacia la búsqueda de dar sentido a su existencia.
Por otra parte, los hijos también sirven como finalidad proyectiva cuando de disolver un matrimonio desdichado se trata. El argumento más usado es que no pueden separarse para no privar a los hijos de un hogar unido. Los estudios científicos demuestran que la atmósfera de tensión en una "familia unida" causa más daño a los niños que una ruptura franca que les transmite,  por lo menos, que el hombre es capaz de poner fin a una situación intolerable por medio de una decisión que sin duda requiere valentía, y a mi juicio previo a ello haber agotado los recursos de ayuda profesional. 

La ilusión de que el amor significa, necesariamente, la ausencia de conflicto:
Esto se presenta como un error muy frecuente, igual que la creencia de que el dolor y la tristeza deben evitarse en todas las circunstancias. Los que así lo creen  argumentan, con razón, que las disputas que observan a diario son  sólo intercambio destructivo, que no producen bienestar alguno. El asunto es el trasfondo de estas disputas  o "conflictos", de la mayoría de la gente, a los cuales hace referencia ese argumento, las cuales constituyen intentos de evitar u ocultar los verdaderos conflictos subyacentes. Generalmente se discute por desacuerdos sobre asuntos triviales, superficiales o secundarios que no contribuyen a aclarar ni solucionar  nada, ya que no tocan el meollo, la esencia del asunto. Pero hay un enfoque distinto: los conflictos reales entre personas, y su manejo, que no  ocultan o proyectan, se experimentan en el nivel profundo de su naturaleza y no son destructivos, contribuyen a aclarar, producen catarsis, construyen sobre discrepancias , desavenencias, desacuerdos, resueltos de forma funcional, Producto de esto  ambas personas emergen con más conocimiento y fortaleza como consecuencia de una interacción íntima clara, honesta, directa, focalizada, con reciprocidad y objetivos.

Lo anterior lleva a destacar, enfatizar, que el amor sólo es posible cuando dos personas se comunican entre sí desde el centro de su existencia, esto es cuando cada una de ellas se experimenta a sí misma  desde el centro de su propia existencia. 

Es en esa experiencia central que está la realidad humana, la base del amor. Se vive el amor como un desafío constante, no en reposo, sino en un moverse, crecer, trabajar juntos: que haya armonía o conflicto, alegría o tristeza, es secundario con respecto al hecho básico de que dos seres se experimentan desde la esencia de su existencia, de que son el uno con el otro al ser uno consigo mismo y no al huir de sí mismo.  

Únicamente hay una prueba de la presencia de amor : la hondura de la relación y la vitalidad y la fuerza de cada una de las personas implicadas: es por tales frutos por los que éste se reconoce.

El amor es una capacidad de carácter maduro, productivo, el amar es algo consciente, no un hábito inconsciente. Involucra entre otras cosas:  el autorespeto, el respeto; la autoaceptación, la aceptación;  la unicidad, la diversidad; igualdad, diferencia; el disentir, convergir; libertad para disponer de sí mismo, compartir ; autoobservarse y observar; un adentro y un afuera.
Bibliografía de referencia: E. Fromm. El arte de amar  Editorial Paidos.

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